Cualquier realidad organizada y estable, pero no definitiva o terminada puede presentar crisis o etapas críticas en la medida que experimenta momentos o periodos de inesperados cambios que en muchos casos son nocivos e inmanejables y provocan desequilibrio bien sea para la totalidad de un contexto determinado o para algunos de los elementos que hacen parte del mismo.
Cuando me refiero a realidad organizada y estable, me refiero básicamente a aquellas situaciones en las que se cuenta con un alto grado de certidumbre sobre lo previsible y con los recursos suficientes para generar las respuestas o condiciones esperadas que proyecten y mantengan las condiciones de equilibrio. Es así como una de las consecuencias del impacto que se tiene frente a las nuevas condiciones no esperadas, es la sensación de incertidumbre, es decir, ante el desajuste de lo habitual, se pierde parcial o totalmente la capacidad de predecir y controlar lo que se espera que suceda. De hecho, en muchos casos dicha sensación, deja de ser una consecuencia de los cambios y se convierte en la principal promotora de la crisis.
La condición de cambio permanece en todos y cada uno de los contextos donde los seres humanos existimos, ya que nada está terminado. La ciencia, día a día hace nuevos hallazgos, las normas se adaptan a medida que las sociedades plantean diferentes tendencias de comportamiento, la asignación de valor a las monedas depende del área geográfica donde se les use, el tiempo deja su huella en las características físicas de las personas, los sentimientos se construyen siempre dependiendo de las variadas formas de relaciones que se pueden emprender, la tecnología propone no solo nuevos productos sino acelerados y transformadores estilos de vida; lo cual deja ver que, de manera permanente, vivimos en crisis.
Sin embargo, hay momentos históricos en los cuales la sensación de incertidumbre se hace mucho más fuerte, porque se desencadena a partir de los desequilibrios en dimensiones que afectan aparentemente de manera negativa, la estabilidad de determinados sistemas que sin duda son muy importantes en la dinámica habitual de la humanidad; por ejemplo, cuando la actividad económica muestra indicadores negativos, el poder adquisitivo de las sociedades disminuye, el intercambio monetario se hace más lento y complejo, y en general se presenta un periodo de inestabilidad en el que mundialmente se habla de crisis económica.
En la actualidad se habla de variadas crisis: de valores morales, de empleo, del medio ambiente, de salud, de recursos naturales, y de la familia entre otras, pero quizás la más mencionada y la cual ha demandado la atención prioritaria y especial de los gobiernos (no siendo las otras, en mi opinión, menos importantes), es la crisis económica.
Colombia desde luego, no ha sido la excepción. Además de verse afectada por la dinámica de la economía mundial, asume crisis educativas, sociales, políticas y medioambientales, propias de los países en vía de desarrollo, acentuando la percepción que en sí misma pueda generar la crisis económica, pues es claro que todas estas áreas de desarrollo, tienen estrecha relación y un fundamento en el movimiento económico.
Hablar de crisis en Colombia, es referirse entonces a escasas posibilidades de educación para la población, estándares de calidad de vida menores, incertidumbre política, e inadecuada o inexistente administración de los recursos naturales en beneficio de las comunidades; unido todo ello, a las reducidas posibilidades de estabilidad laboral y en consecuencia muy bajo poder adquisitivo.
Cuando los seres humanos, (no solo los colombianos), se ven enfrentados a todas estas condiciones de crisis, además de despertar un sentimiento de incertidumbre frente al entorno físico, pueden experimentar también incertidumbre ante el desarrollo personal; al crecimiento natural y evolutivo, como ser humano que siente, piensa y pretende interactuar de manera adaptativa con el mundo que le rodea; ya que al no encontrar las condiciones que le ofrezcan tal posibilidad de evolución y crecimiento, la crisis trasciende y toca la esencia del ser humano, incluso, su autoestima.
Así mismo, entender la crisis solo como una situación dolorosa, negativa y de pocas ventajas para la proyección de quien la experimenta, es un pensamiento pobre y limitante, que solo se une a los factores que acentúan la dificultad y la hacen probablemente mucho más fuerte de lo que posiblemente es. Las crisis, como se ha visto en lo comentado anteriormente, es un conjunto de cambios, y los cambios, pueden ser positivos o negativos, dependiendo de quien los asuma como tales. Si se entienden como positivos, entonces los cambios son oportunidades.
Si bien es cierto, Colombia y particularmente las empresas colombianas, están viviendo en crisis, considero que tienen justamente en esa situación, grandes alternativas de crecimiento y permanencia. Ello supone por supuesto, mejores y más impactantes estrategias empresariales; allí está el reto.
La empresa colombiana actual, debe asumir el desafío de superar todas aquellas circunstancias que constituyen la crisis, y así mantenerse competitiva y en creciente desarrollo. Para ello se hacen necesarios, ajustes, en su direccionamiento, y en los tiempos de respuesta que tiene en el cumplimiento de sus objetivos, de tal manera que logre adaptarse rápidamente a las exigencias de su propio contexto.
Cinco son los aspectos empresariales que resalto como vitales y por tanto importantes a tener en cuenta para ser estudiados de manera juiciosa y en ellos hacer las modificaciones que se requieran para asumir de manera adaptativa la crisis y ser sostenible: El marco estratégico de la empresa, el capital humano, la responsabilidad social, la capacidad de asociación, y la capacidad de innovación.
En muchas ocasiones los lineamientos mediante los cuales se propone la creación y orientación de una empresa, no pasan de ser un manojo de papeles y requisitos para trámites que la constituyan como tal; la misión, visión, principios, valores y objetivos organizacionales, que alguien redactó, no se cristalizan en la realidad funcional de los negocios, no se permean y a veces ni siquiera los colaboradores de la empresa los conocen. Para asumir la crisis, es necesario que todos y cada uno los miembros de una organización, se entienda como parte de un sistema que tiene un gran propósito y que el correcto desarrollo de las funciones que cada uno desempeña, afecta directamente el alcance de tal meta. Es necesario plantear en las empresas, estrategias no solo de divulgación del marco estratégico, sino también tácticas de entendimiento, interiorización y vivencia del mismo. En la medida que las personas que trabajan tienen claridad y convencimiento de las razones por las cuales laboran, habrá mayores índices de satisfacción de los colaboradores y mayor productividad empresarial.
El capital humano cobra especial importancia en la medida en que las empresas se crean para personas y por personas; o sea, no se puede pensar solamente en la satisfacción de los clientes externos o consumidores finales, es fundamental, que la empresa desarrolle estrategias y tácticas para valorar el talento de las personas que en ella trabajan. El éxito empresarial, de alguna manera es el reflejo del éxito personal que se da en cada uno de sus colaboradores. Cuando la empresa se ocupa también del bienestar y desarrollo de su gente, fortalece su autoestima y se anticipa de manera positiva a las crisis.
De otra parte, el impacto social que tienen las empresas, debe constituirse en una de las razones fundamentales de su creación. No solo por la oportunidad de empleo que genera, sino porque en sí misma, se convierte en origen de nuevas culturas y nuevos comportamientos sociales, que impactan directamente las normas, la economía y el ambiente de un país o del mundo en el caso de las multinacionales. Este impacto debe dimensionarse con la expectativa de que la empresa sea un agente promotor de conductas humanas que tengan como fin el bien común, antes que el individual, que estimulen la economía y el desarrollo de las comunidades y conductas que favorezcan la conservación de los recursos naturales. Es decir, la empresa debe fijar su misión, dentro de un marco de responsabilidad social.
Asumir de manera positiva la crisis, también implica estar alerta y dispuesto ante las posibles y en ocasiones urgentes razones para hacer alianzas con otras organizaciones. Pensar que la empresa puede lograr siempre sus objetivos de manera autónoma y sin apoyo de ninguna otra, hoy en día es un error fatal, pues habrá situaciones críticas que requieran cooperación empresarial y asociaciones estratégicas que garanticen la sostenibilidad y el cumplimiento de las expectativas generadas en la sociedad.
Por último, pero no menos importante, debo anotar que la competitividad de una empresa correlaciona positivamente con el grado de innovación que se tenga en su producción. El aceleramiento en los cambios mundiales y el efecto de la globalización, exige que las empresas tengan un ritmo no solo de producción sino de creación incesante. Ante la variada oferta, los seres humanos tienen más opciones de decisión y por ende mayor poder de elección. Así pues, las organizaciones deben reconocer la novedad como un ingrediente indispensable para cautivar y mantener a los consumidores.
Al examinar los cinco anteriores aspectos: El marco estratégico de la empresa, el capital humano, la responsabilidad social, la capacidad de asociación, y la capacidad de innovación, como tópicos autogestionables en las empresas, considero entonces, que la sostenibilidad y el nivel de adaptabilidad de una empresa no están sujetas a los efectos directos de una crisis, dependen realmente de la capacidad que la organización tenga para ver la crisis como una oportunidad de crecimiento empresarial.
- En muchos casos la sensación de incertidumbre, deja de ser una consecuencia de los cambios y se convierte en la principal promotora de la crisis.
- La condición de cambio permanece en todos y cada uno de los contextos donde los seres humanos existimos, ya que nada está terminado.
- En la medida que las personas que trabajan tienen claridad y convencimiento de las razones por las cuales laboran, habrá mayores índices de satisfacción de los colaboradores y mayor productividad empresarial.
- Cuando la empresa se ocupa también del bienestar y desarrollo de su gente, fortalece su autoestima y se anticipa de manera positiva a las crisis.
- La empresa debe fijar su misión, dentro de un marco de responsabilidad social.
- Habrá situaciones críticas que requieran cooperación empresarial y asociaciones estratégicas que garanticen la sostenibilidad.
- Las organizaciones deben reconocer la novedad como un ingrediente indispensable para cautivar y mantener a los consumidores.